martes, 13 de enero de 2009

¿Qué hacer cuando no te motiva ir a trabajar?


¿Es difícil para ti encarar el día sabiendo que vas a pasar ocho horas de pesadilla? Pues, si es así, permíteme que me extienda un poco, porque el asunto me apasiona.

Todos tenemos días de “hoy no tengo fuerzas pa’subirme al mundo”, que diría Rosana, pero no me refiero a esos bajones que experimentamos por circunstancias específicas (cansancio, desánimo puntual…). Hablo de ese día a día en el que no soportas que suene el despertador, porque sabes que lo que te espera no es de tu agrado.

Si eso es lo que sientes, puede deberse a varios motivos:

Que el problema esté en ti

Eso puede tener una fácil solución, siempre que estés dispuesto a reconocerlo y acometer un cambio de actitud, pero puede ser difícil o imposible resolverlo, si evitas tu responsabilidad en ello.

Que el problema sea externo

Entonces, puede que debas tomar la decisión de buscar un empleo que te llene, y no con el que rellenes malamente tu tiempo. Finalmente, la solución y la responsabilidad están también en ti. El victimismo ya está pasado de moda.

Eso sí, si la situación es grave, y estás sometido a maltrato laboral y personal en este entorno, toma medidas inmediatamente. Hoy día hay mucha información al respecto (para algunos la hubiéramos querido hace años). Nadie puede hacerte sentir mal por cumplir con tu obligación, por ser eficiente y, normalmente, por ser noble, tres de las cualidades personales que no soportan las personas inseguras que transforman su debilidad de espíritu en crueldad a través del acoso. Pueden tener cargos de responsabilidad en la empresa, pero pueden formar parte también de la corte de aduladores del “poder”. Este tema requiere un tratamiento más profundo. Algún día escribiré sobre ello.

Volviendo a la procedencia de la falta de motivación para ir al trabajo, si estás mal emocionalmente, haz lo posible por encontrarte. Esta palabra, "encontrarte", está algo gastada, pero es que no hay otra mejor. No busques la motivación fuera, siente tu propia presencia, lo más valioso que tienes, tu poder. Lábrate tu propia autoestima, empéñate en ello, porque es la causa de tu felicidad. Si estás mal contigo, dará igual que huyas de un lugar a otro, porque allá donde vayas te enfrentarás nuevamente con tu vacío, y todo lo que veas a tu alrededor te parecerá desolador: hallarás fuera lo que sientes dentro. Por ello, quizá atraigas lugares sombríos, aunque reniegues de ellos.

Por el contrario, si te sientes bien en tu piel, podrá darse la circunstancia de que lo que haya a tu alrededor no sea lo que esperas, pero habrá, en medio del laberinto, salidas por las que transitar, creándote tu propios oasis. No puedes pretender que todos sean como quisieras, ni resistirte a lo que tienes delante; no puedes cambiar a tus jefes, a tus compañeros ni muchas de las actividades que debes abordar, pero, si la situación no es insostenible, y te resulta mejor conservar tu puesto que dejarlo, busca el lado bueno:

- Seguro que muchas de las labores que emprendes te evaden de tus preocupaciones personales y, en el fondo, liberan tu mente de pensamientos tóxicos.
- Conoces a muchas personas, entablas relaciones que, de otro modo, sería difícil consolidar.
-Tienes posibilidad de aprender permanentemente; no es necesario que el aprendizaje sea impuesto desde fuera. Seguro que eres capaz de absorber datos relevantes para ti en muchas circunstancias y hacerlo por ti mismo.
- Tienes momentos de serenidad, que valoras, entre otros de estrés.
- Puedes tener iniciativas que, unas veces serán acogidas y otras no; en alguna ocasión te atribuirán el mérito y en otras no, pero, en cualquier caso… nadie puede arrebatarte la satisfacción del trabajo bien hecho y de la creatividad que hayas puesto en la idea.

¿Te fijas? Todos estos momentos estimulantes te los proporcionas tú.

Nadie más

Y recuerda… Todo el mundo tiene dentro un diamante, unos más a la vista que otros, pero diamante al fin. Aunque te cueste reconocerlo, todos somos, esencialmente, iguales, incluso el acosador, pero éste aún no lo sabe.

Cuando observes al típico “pelota” que mendiga la aprobación del jefe, a costa de todo; cuando identifiques al sumiso que agrada permanentemente a quien le paga, por si le echa; cuando te codees con el egocéntrico que se apunta todos los tantos… recuerda que todo eso lo hacen porque no han encontrado su espacio, su lugar en el mundo, y quieren que alguien se lo dé o se lo indique, aunque sea con esas malas artes. Todos hemos estado y estamos, de vez en cuando, perdidos… por eso identificamos sus conductas.

Y algo más, el trabajo es muy importante, pero no lo es todo. Si no te sientes completamente realizado en él, siempre puedes emprender otras actividades de ocio o de otra índole, que permitan mostrar tus dones en su máxima expresión.

Ya lo dijo Antonio Gala:

“Ya que no podemos hacer la vida más larga, hagámosla más ancha”.