sábado, 21 de febrero de 2009

Segundas partes sí son buenas


Bueno, amigos, tengo una de esas tardes tranquilas, sólo para mí, iluminada por el sol que entra por mi ventana (la mesa aún sin quitar :-)), y con la alegría de pensar que, en un rato, voy a completar el libro que he estado escribiendo, a trocines, durante un par de años. Pondré sobre la mesa todos esos otros libros de los que me he estado alimentando en este tiempo y, para elaborar la bibliografía, haré una selección de los que principalmente han tocado mi alma.
Es precioso poder compartir no sólo lo que he ido asimilando y experimentando, sino también la ruta de sabiduría que he seguido; el camino de los que, antes que yo, quisieron compartir su aprendizaje.
Ya veis, como Umbral… he venido a hablar de mi libro. No desvelo el título ni el contenido porque primero quiero que sea la editorial quien vea mi trabajo, por lo que pudiera derivarse de ello.
¿Cuál es la sensación que me queda después de haber finalizado este segundo borrador? Muy distinta a la del primer libro. Antes tenía la impresión de haber hecho una proeza y, a la vez, me invadía el miedo de lo que pudiera sucederme por mi “atrevimiento”. “Con la cantidad de gente preparada que hay por ahí… ¿Cómo voy a salir yo al mercado editorial?, me decía”. Y es que aún no tenía una conciencia definitiva de que uno puede lograr cualquier cosa que se proponga.
Ahora mis emociones son muy distintas; me llevan a un sentimiento de serenidad, no tanto de euforia (tampoco las tengo todas conmigo, porque estoy en el proceso inicial), en el que mi ego ha dado paso a mi Ser para que tome asiento y disfrute. No pienso tanto en lo que pase fuera, sino en lo que llevo dentro. Así lo digo en el libro:
“Te adviene una ráfaga de ilusión que procede de recordar que tu secreto -lo que guardas como algo tan tuyo que inunda todo tu ser- está madurando dentro de ti y no tiene límites. Es una plegaria interior y espontánea de agradecimiento por haber encontrado el camino”.