lunes, 9 de marzo de 2009

Cuando la prudencia es miedo


“Hay algunos obsesos de la prudencia, que, a fuerza de querer evitar todos los pequeños errores, hacen de su vida entera un solo error”.

Arturo Graf

Mira a ver; no vayan a pensar que...

No hagas eso, por si acaso...

Ten cuidado de lo que dices, que todo se malinterpreta.

Antes de actuar, copia lo que otros harían.

Donde fueres, haz lo que vieres.

Dilo, pero con mucho cuidado, no te lo tomen a mal.

Miedo, miedo, mucho miedo...

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En la verdadera prudencia no hay juicio, porque no hay temor. Y, como no se teme, no se miden pusilánimemente las consecuencias. Sólo se trata de actuar con mayor conciencia para tomar decisiones acertadas en el día a día.
La falsa prudencia se guía por las escondidas apariencias; la mirada está enfocada hacia afuera, para evitar ser dañados.

La prudencia real es discreta y transparente. Encierra la intención de mejorar internamente para no perjudicar externamente.