lunes, 30 de noviembre de 2009

CONFIANZA


Se nos ha educado para creer que todo es muy complicado, que hay que luchar mucho para conseguir muy poco, y que, una vez alcanzado, tienes que ir con cautela, porque pueden quitártelo. De cualquier modo, dicen, acabarás perdiendo, porque esta vida es injusta.

El mensaje debiera haber sido otro muy distinto:

Las cosas son más fáciles de lo que parecen; debes imaginar lo que quieres e ir por ello, decidido, sin miedo y disfrutando del proceso. Una vez logrado tu propósito, compártelo, con las manos abiertas, y cuanto más des más tendrás, aun cuando acaparar nunca sea tu objetivo.


domingo, 29 de noviembre de 2009

Mundo caduco



A la pregunta "¿Saldremos de la crisis?":


“No es una crisis dentro del sistema,
es la crisis del sistema mismo”.


(José Luis Sampedro, en una entrevista del programa de hoy Página2)

¿Seremos capaces de crear un mundo nuevo?


jueves, 26 de noviembre de 2009

La televisión, o el “trance inducido”


Hace tiempo teníamos proyectado, una amiga y yo, elaborar una programación de televisión totalmente distinta a la actual, con la finalidad de que esa ventana abierta a tantas personas emitiera algo de luz. Habíamos pensado en programas, informativos, series e, incluso, concursos que despertaran, en lugar de adormecer, y en los que se potenciara la cara buena de las personas y del mundo.
Tengo que revisar aquel primer borrador, que no sabíamos muy bien cómo encaminar, porque desconocemos ese campo, pero que partía de muy buenas intenciones. Lo dejamos porque teníamos otros asuntos que acaparaban nuestra atención, y no se puede estar a todo, aun más con algo tan ambicioso. Pero no lo descartamos. Ahí está. Me ilusiona, al menos, intentarlo en algún momento, aunque las barreras con las que nos encontraríamos quizá nos desilusionaran.
Lo cierto es que no sé si nosotras, pero algo hay que hacer con la televisión. Cada vez es más común escuchar: “Como la tele es un rollo, me pongo a leer” (algo hemos ganado, entonces) o “Me aburre y me voy pronto a la cama”. Pero, en realidad, hay demasiada gente (niños, y es una pena) “tragándose” todo lo que pongan y, por tanto, dejándose manipular.
Pero no voy a seguir argumentando sobre ello, porque mi exposición quedaría pobre comparada con la de este texto, extraído del libro Un nuevo mundo ahora, del maestro Eckhart Tolle. Es un poco largo, pero merece la pena leerlo para saber por qué caemos por debajo del pensamiento, en lugar de elevarnos sobre él:
Televisión
Ver la televisión es la actividad de ocio (o, más bien, inactividad) favorita de miles de personas en todo el mundo. El estadounidense medio, cuando llega a los sesenta años de edad, ha pasado quince años mirando una pantalla de televisión. En otros muchos países las cifras son similares.
A mucha gente, ver la tele le resulta “relajante”. Obsérvate con atención y verás que cuanto más tiempo pasas pendiente de la pantalla, más se reduce la actividad pensante, y durante largos periodos, estás mirando el programa de entrevistas, el concurso, la serie cómica e incluso los anuncios, sin que en tu mente se genere ningún pensamiento, o casi. No sólo no te acuerdas ya de tus problemas, sino que te libras temporalmente de ti mismo, ¿y qué va a ser más relajante que eso?
Entonces, ¿Es que mirar la tele crea espacio interior? ¿Hace que estés presente? Por desgracia, no. Aunque tu mente puede estar largos periodos sin generar ningún pensamiento, se ha conectado a la actividad pensante del programa de televisión. Se ha conectado a la versión televisiva de la mente colectiva, y está pensando sus pensamientos. Tu mente está inactiva, pero sólo en el sentido de que no está produciendo pensamientos. Sin embargo, está absorbiendo continuamente pensamientos e imágenes que llegan a través de la pantalla. Esto induce a un estado pasivo, como de trance se susceptibilidad intensificada, no muy diferente de la hipnosis. Por eso se presta a la manipulación de la “opinión pública”, ya que los políticos y los grupos de interés, así como los anunciantes, lo saben y pagarán millones de dólares para pillarte en ese estado de inconsciencia receptiva. Quieren que sus pensamientos se conviertan en tus pensamientos y, por lo general, lo consiguen.
Así que cuando ves la televisión la tendencia es a caer por debajo del pensamiento, no a elevarse por encima. La televisión tiene esto en común con el alcohol y algunas otras drogas. Aunque proporciona cierto alivio del peso de la mente, también pagas un alto precio, la pérdida de conciencia. Al igual que esas drogas, tiene también un fuerte carácter adictivo. Coges el mando a distancia para apagarla y, en lugar de eso, empiezas a recorrer todos los canales. Media hora, o una hora después, sigues mirando, sigues cambiando de canal. El único botón que tu dedo parece incapaz de apretar es el de apagado. Sigues mirando, generalmente no porque algo interesante te haya llamado la atención, sino porque precisamente no hay nada interesante que ver. Una vez que te has enganchado, cuanto más trivial, y menos interesante sea, más adictiva resulta. Si fuera interesante, si incitara a pensar, estimularía tu mente para que volviera a pensar por sí misma, que es algo más consciente y preferible a un trance inducido por la televisión. En ese caso, tu atención ya no estaría totalmente cautivada por las imágenes de la pantalla.
El contenido del programa, si tiene algo de calidad, puede contrarrestar, en cierta medida, y a veces deshacer, el efecto hipnótico, aturdidor, del caso televisivo”.

martes, 24 de noviembre de 2009

El camino de la Paz


Encontré este proverbio chino, allá por el 2003, en La Brújula Interior, de Álex Rovira, y lo coloqué en un lugar visible para releerlo de vez en cuando y recordar lo esencial:

"Si hay luz en el alma, habrá belleza en la persona;

si hay belleza en la persona, habrá armonía en el hogar;

si hay armonía en el hogar, habrá orden en la nación;

si hay orden en la nación, habrá paz en el mundo".
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"Deseo y creo en el cambio individual para lograr un cambio global. Al contrario suele ser manipulación".

sábado, 21 de noviembre de 2009

Todo está bien



"El secreto de la vida es aceptarla simplemente tal cual es".

(San Juan de la Cruz)


Aceptar, que no es lo mismo que resignarse.

No resistirse a lo que hay, que no es lo mismo que abandonarse.

Permitir.

Tomar conciencia de que lo que es... es lo que debe ser... en este momento y en todos...

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viernes, 20 de noviembre de 2009

El árbol de las debilidades


Esta mañana he leído un manifiesto con motivo del “Día Internacional contra la violencia de género” (aunque será el próximo 25 de este mes). El acto se ha celebrado en el Ayuntamiento de mi pueblo, a instancias de la Delegación Provincial del Gobierno (Castilla y León). Ha sido un encuentro emotivo, en el que se ha recordado a las cuarenta y nueve mujeres que han perdido la vida este año, a manos de los que se dicen llamar “compañeros sentimentales”.
De regreso a casa, venía pensando en la raíz de todo este problema, y sólo lo encuentro en la debilidad interior de todos, de las víctimas, que no sienten su fortaleza y, por tanto, viven en la sumisión y el miedo y, por supuesto, en la pobreza de espíritu de los verdugos, que vuelcan su propia frustración en ellas, sirviéndose de la mayor de las cobardías: la fuerza bruta. En su caso, esa pobreza les ha llevado, incluso, a un desequilibrio mental del que no saben cómo escapar.
Y descendiendo en ese pozo de negrura… la mala educación, la flaqueza de quienes han dirigido deficientemente, desde niños, a esas pobres mujeres y hombres que de adultos se ven en ese bucle de violencia. Quizá, tampoco ellos tomaron conciencia de la importancia de trabajar sus carencias para poder dar ejemplo a sus descendientes, para hacerles sentir un profundo respeto por sí mismos y, por extensión, por el género humano.
Es tan necesario mirarse por dentro, que no hay un modo mejor de asegurar la convivencia humana en paz, entre otras tantas cosas…

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Estrés, ya no me engañas


Ramiro Calle, tal y como se indica en su Web es Pionero de la enseñanza del yoga en España, disciplina que imparte desde hace más de 30 años en el centro de Yoga Y Orientalismo "Shadak". Autor de numerosas obras, ha estudiado en profundidad los efectos terapeuticos de las psicologias orientales y de los aportes de la meditación al psicoanálisis, la psicoterapia y la neurociencia”.

Uno de los primeros libros que leí cuando supe que necesitaba información para la mente y el espíritu fue Ante la ansiedad y el estrés, de ese autor. Recuerdo que estaba en el jardín, dispuesta a devorarlo, cuando tuve que dejarlo porque sólo leer lo que me proponía para relajarme me hacía sentir peor. Era algo así como cuando desfalleces de cansancio y deseas dormirte, pero no puedes hacerlo de puro agotamiento. Pero volví a abrirlo, leía unas páginas cada día, hasta que comprobé que lo que antes me alteraba, ya me iba reconfortando. Después comencé a asistir a clases de Yoga, que me dejaban como la seda, y a escuchar CD de relajación. (sí, CD, no me como ninguna letrilla ni apóstrofo (que no apóstrofe) alguno :-), que las siglas no tienen plural).

Os recomiendo la escucha, en silencio y a solas, de este tipo de relajaciones guiadas, que te transportan a espacios apacibles o te invitan a hacer un recorrido por tu cuerpo, mientras la mente descansa y se limpia de tanto pensamiento tóxico que permitimos circule por ella.

Recuerdo especialmente una grabación de Ramiro Calle, en la que me llevaba a un estado “Alfa”, concentrándome en las palmas de mis manos, hasta que sentía un hormigueo y una ligereza, que me liberaba de 20 kilos de estrés.

Ahora, varios años después, cuando he accedido a la lectura de La Reconexión, he vuelto a experimentar en mis manos la energía universal, que me calma cuando aquel malestar que me dominaba llama tímidamente a mi puerta queriendo manipularme con alguna de sus artimañas: JA...




domingo, 15 de noviembre de 2009

TODOS TENEMOS MIEDO

“Un domingo, a las dos de la madrugada, me llamaron para que fuese al pabellón psiquiátrico a ver un paciente que estaba fuera de sí. Yo nunca había visto a este paciente, que acababa de ser internado la tarde anterior con un diagnostico de esquizofrenia aguda. Diez minutos antes de que fuera a verle había arrancado la moldura de la puerta de la habitación donde estaba encerrado. Cuando llegué miré por la mirilla de la puerta y vi a un hombre de casi dos metros de altura, que debía de pesar unos ciento treinta kilos. Estaba corriendo desnudo alrededor del cuarto, diciendo disparates y enarbolando el enorme trozo de madera que acababa de arrancar, del que sobresalían varios clavos. La verdad es que no sabía qué hacer.



(…)
Mientras miré por la mirilla de la puerta empecé a darme cuenta de cuán asustado estaba el paciente y de lo asustado que estaba yo también. De pronto, se me ocurrió que él y yo teníamos un vínculo común que nos unía: ambos teníamos miedo.


Sin saber qué cosa podía hacer, le grité desde el otro lado de la puerta:
- Soy el doctor Jampolsky y quiero entrar a ayudarle, pero estoy asustado. Temo que usted pueda hacerme daño o que yo pueda hacerle daño a usted, y me pregunto si acaso no estará usted asustado también.


Al oír esto, el paciente dejó de decir disparates, se volvió hacia mí y dijo:

- ¡Desde luego que estoy asustado!

Continué gritándole y diciéndole lo asustado que estaba yo, y él me contestaba a gritos lo asustado que estaba él. En cierto sentido nos convertimos en terapeutas el uno del otro, y a medida que seguimos hablando, nuestro miedo se fue desvaneciendo y nuestras voces se fueron calmando. Finalmente, él me permitió entrar solo en el cuarto; hablé con él, le di un medicamento para tomar por vía oral y me fui.

(…)

Una vez que decidí ver a este paciente como mi maestro y no como mi enemigo, él me ayudó a reconocer que quizá todos estamos igualmente desquiciados y que la única diferencia estriba en la forma en que se manifiesta nuestra demencia”.


Esta bella historia pertenece al libro de la imagen, Amar es liberarse del miedo, del doctor Gerald G. Jampolsky. He decidido dedicarle esta entrada, porque es una obra muy especial para mí. Me ayudó a entender muchas cosas en un momento complicado de mi vida, en el trabajo, en la salud de alguien muy cercano y en ciertos síntomas de malestar que iba experimentando y que denotaban que estaba somatizando todo lo que sucedía. No estaba preparada para tanto, por entonces, y su contenido - sencillo, pero directo a alma- me serenó, me centró y me dio confianza en la vida.

Es un libro basado en las enseñanzas de Un curso de milagros, que afirma que...

"Sólo hay dos emociones, el Amor y el miedo. La primera es nuestra herencia natural y la segunda es una fabricación de nuestra mente".







miércoles, 11 de noviembre de 2009

Desde dentro hacia afuera




Cada vez me intereso menos por lo que pasa.
Y más sobre lo que nos pasa.
Porque eso es lo que hace que las cosas pasen.

(Dudaba si poner una imagen de una ciruela pasa :-) Si lo hubiera hecho, no habría pasa-do nada…)
Zejio nos ha regalado, en su comentario a esta entrada, este vídeo de Krishnamurti (La crisis está en el interior). Estoy absolutamente de acuerdo con su planteamiento, así que lo añado.
"Uno representa, como ser humano, al resto de la humanidad"

"Queremos orden en el mundo, externo, pero si no hay orden interno… no es posible":

lunes, 9 de noviembre de 2009

Un poco de autoestima



La cantante Concha Buika brilla allá donde canta o deja salir de su boca palabras llenas de humanidad y respeto por sí misma y por el mundo. Ya le dediqué esta entrada, en su día: Concha Buika, Vida Vivida . Hoy, en la entrevista concedida a La Contra, deja caer frases como las que entrecomillo en esta entrada, que curan el alma y despiertan a la vida. Creo, como ella, que quien supera el victimismo comienza a “fabricarse una historia maravillosa”. El victimismo hace daño a quien lo sufre, pero también esparce mucho dolor fuera de sí:

“El victimismo es una cara de la culpabilidad. Eres víctima hasta que la edad, el estómago o la conciencia te obligan a crecer”.

“Me comprometí a quererme, cuidarme, honrarme y respetarme en la salud y en la enfermedad hasta el final”.

“Si lo que necesitas es una historia maravillosa, fabrícala, píntala, cántala, cuéntala”.
Y sólo hay una forma de que el victimismo desaparezca, el trabajo de la autoestima:
- Mírate al espejo cuando te levantes y siéntete digno, fuerte, libre, capaz de todo.
-Sal a la calle y camina con elegancia y firmeza, sin prisa por llegar, pero seguro de alcanzar tu destino.
-Trata con las personas conservando tu dignidad y ofreciendo tu sabiduría. Ponte en su lugar, pero no permitas que te manejen.
-Cuando recuestes tu cabeza en la almohada, dedícate unos minutos para saborear tus éxitos y aprender de tus debilidades.
-Reconcíliate contigo y con el mundo, si lo necesitas, y descansa sereno y deseoso de que amanezca un nuevo día, en el que no seas víctima ni verdugo, sino un ser humano completo que ha dado consigo mismo.
¡Felices sueños y un alegre despertar!

sábado, 7 de noviembre de 2009

Amiga, tus fragmentos se han unido para siempre

Acabo de enterarme del fallecimiento de una amiga, de la que hace tiempo no tenía noticias. Fue corta nuestra amistad, pero intensa. La conocí, hace años, en el blog de Sánchez Dragó y, a partir de entonces, nos comunicábamos con largas charlas telefónicas. Hace tiempo colgué un texto suyo en una entrada, de un belleza y profundidad sin igual. Ahora quiero rendirle un homenaje repitiendo aquella entrada. Ella sabía que somos inmortales, pero yo he sentido enormemente su partida aunque esté en otro lugar más seguro:


(Publicado en noviembre de 2008)

Ayer me envió una amiga unas reflexiones personales, que creo merecen ser publicadas. Ya que ella no tiene intención de hacerlo, le he pedido permiso para sacarlas a la luz en este blog.
Gracias, amiga, por "escapar" entre tus fragmentos...
Yo ¿Soy?
"Me he pasado la vida intentando juntar diversos fragmentos para formar con ellos un todo. Ese todo podría llegar a ser mi identidad. Pero los fragmentos, por alguna razón, no logran ensamblarse nunca del todo. Siempre quedan grietas, fisuras, y el todo no termina de aparecer.
Con frecuencia me he preguntado: ¿Quién soy yo? Y nunca he sabido responder. Cuando tenía dos años, un buen día me vi a mí misma desde fuera y me pareció raro ser aquella niña de dos años que no levantaba un palmo del suelo. Sentí verdadera extrañeza ante mi situación. “Así que estos señores, estos desconocidos, son mis padres, y esta calle es la calle en la que vivo..., pero ¿de dónde he salido yo?”. Ahora me doy cuenta de que mi intento de reunir los pedazos: “yo soy la que...” era ficticio. Yo creía querer reunirlos, pero en realidad siempre he procurado que no se unieran del todo, porque una vez unidos formarían una coraza de la que no podría escapar.
¿Escapar? ¿Escapar a dónde? Escapar al TODO. A eso que es la vida y que nos une a todos. Los fragmentos que yo creía ser elementos constituyentes de mi identidad, en el caso de unirse, sólo formarían una cáscara, una carcasa, un habitáculo. Así que en pro de la respiración cósmica y por una voluntad sabia más allá de mi razón los fragmentos han permanecido discretamente separados. No hay Yo. Sólo hay Ello y Ello es un flujo/reflujo de la Inmensidad.
Lo que acontece es anécdota. Acontece algo y bien podría acontecer todo lo contrario. Daría igual, La entidad que mi cerebro llama “Yo” seguiría existiendo con un argumento o con otro.Pienso en las montañas. Las montañas son pliegues de la tierra y siguen siendo montañas tanto si llueve como si hace sol. Montaña es un concepto. Es la capacidad de montañizar de la tierra. No hay diferencia entre una montaña y otra, aunque su altura y contextura varíen. Pero a los humanos eso no nos gusta. En seguida les ponemos nombres y las individualizamos. Volcamos en lo que vemos nuestras ansias de identidad, que nacen de un deseo incontrolable de apoderarnos de lo que no es nuestro. Podemos llamar a una montaña “Manolita” y creer que se trata de un lugar especial, con una configuración concreta y que por lo tanto la montaña cae presa de la identidad con la que la dotamos a través del nombre.
El ser humano quiere definir y delimitar para poseer. Ahora que veo que respiro a través de las grietas que quedan entre los mal llamados por mí “MIS fragmentos” me doy cuenta de que la tarea en realidad consiste en la NO IDENTIFICACIÓN. Desposeerse de todo y ser en TODO.Mil anécdotas, mil historias. Mil argumentos. Nada de eso es Yo. Y Yo no está triste por haberlo descubierto. Se está riendo a sus anchas de ser un invento del conjunto de neuronas con las que nací.Hay neuronas jugando en cada cerebro humano. Miles de neuronas inventando identidades. Saludemos a nuestras neuronas dejándoles claro que no nos creemos nada de lo que nos están contando. Y menos lo de la identidad. Pero vivimos en esa religiosa creencia. ¨Yo soy el hijo de... el nieto de... el padre de... el médico, el pintor, el abogado, el profesor, el barrendero, el carnicero, el deshollinador...” “Estos son mis padres, mis nietos, mis hijos, mis sobrinos...” ¿”Mis”?¿Podría decir del mismo modo “yo soy la que siente, o la que piensa...”?Pensar y sentir ya no son anécdotas. Pero tampoco son identidades.
Cada ser humano, mal que le pese, piensa y siente cosas muy similares a otro ser humano, Pero cada uno cree que sus pensamientos y sentimientos son originales. ¿Qué sentimos en definitiva?¿Amor, odio, deseo, ira, frustración, miedo? Sí. Eso es común a todos. Pero esos sentimientos son del primer escalón”.
Descansa en paz, querida Itziar.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Mal humor para ¿buenas decisiones?




En CincoDías.com aparece una noticia basada en un estudio de Joe Forgas, investigador y psicólogo de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en el que se afirma que “mientras la jovialidad fomenta la creatividad, la melancolía facilita la atención y el pensamiento reflexivo”. Parece ser que una persona irritable puede “lidiar con situaciones más estresantes que un individuo feliz, por la forma en la que el cerebro "promueve estrategias de procesamiento de información". El estudio indica también que el mal tiempo aclara ideas.

Puede ser, no digo rotundamente que no, porque cuando llegan los fríos o cuando tenemos algún problema que resolver lo interiorizamos todo más. Y, efectivamente, el buen estado de ánimo nos impulsa, como dice el investigador, a ser más creativos que resolutivos. Sin embargo, la creatividad lleva también implícita la búsqueda de soluciones innovadoras. No sé, estoy hecha un lío… :-)

Lo cierto es que, a medida que iba leyendo esta noticia, ¡se me iba poniendo una mala uva! :-))))) (debe de ser por tanta palabra densa), así que no sé si estoy en situación de tomar una buena decisión, o de hacer caso a mi querida amiga Raquel, que -lista como ella sola- me ha dicho esto cuando le hacía un comentario sobre el asunto:

“Puede ser que el mal humor facilite la toma de decisiones, pero no por ello las decisiones serán las mejores”.


jueves, 5 de noviembre de 2009

Creencias




"Lo malo de la vida es que no es lo que creemos pero tampoco lo contrario."(Pitágoras)

¡Vaya con Pitágoras! Qué razón tiene, pero... ¿en qué? :-)

miércoles, 4 de noviembre de 2009

POESÍA



Le tengo un gran respeto a la poesía. Someterme al orden de la métrica y la rima, abordando las características estéticas del lenguaje y, además, convirtiendo las palabras en esencia espiritual, es un gran reto para el que hay que estar muy preparado.

En el libro que estoy leyendo, Fluir, reseñado en esta entrada, se compara la lectura de un poema para la mente, con un tiempo dedicado a hacer ejercicio para el cuerpo. Leer poesía, señala, es ideal para dar forma a la conciencia. El autor invita a dejar de ser su consumidor pasivo y “ordenar la experiencia personal en verso”. En algún momento habrá que intentarlo.
Por ahora, aquí dejo, para vuestro disfrute y el mío, un profundo poema del gran Antonio Machado:
TRES CANTARES ENVIADOS A UNAMUNO EN 1913
I
Señor, me cansa la vida,
tengo la garganta ronca
de gritar sobre los mares,
la voz de la mar me asorda.
Señor, me cansa la vida
y el universo me ahoga.
Señor, me dejaste solo,
solo, con el mar a solas.
II
O tú y yo jugando estamos
al escondite, Señor,
o la voz con que te llamo
es tu voz.
III
Por todas partes te busco
sin encontrarte jamás,
y en todas partes te encuentro
sólo por irte a buscar.