domingo, 20 de diciembre de 2009

Mi carta para el 2010: año redondo



En enero del 2009 publiqué esta entrada referida a la carta de mis deseos, que vengo haciendo cada año desde hace unos cuantos. En ella escribo mis propósitos e intenciones primordiales. Cada mes de diciembre subo la escalera hacia la habitación en la que conservo la carta, abro el armario y levanto la tapa del cofre que la guarda con emoción, porque intuyo lo que puede haberse hecho efectivo, pero no recuerdo con precisión su contenido.

Siempre que tengo algo en mente, un proyecto, un sueño o un trabajo que requiere planificación, escribo los principales puntos y acudo a ellos cada vez que avanzo algún paso para continuar firmemente. Hacerlo me tranquiliza y me anima a conseguir un objetivo que es aun intangible, pero que sé que puede materializarse si le pongo ganas y creo en él. Son pequeños planes de mi “negocio” personal.

Pero esta carta es algo más, es un programa lleno de ilusiones del año que se aproxima. Supone, además, un regalo para mi crecimiento, porque indica que me respeto (persigo lo que quiero) y me responsabilizo (no reclamo que otros hagan lo que a mí me corresponde).

Acabo de abrir el sobre cerrado de mis deseos para el 2009, y he comprobado que se han cumplido en un alto porcentaje. A grandes rasgos, sin dar detalles muy personales, puedo contar que pedía:

- Ser más consciente del ahora.

- Dejar ser a algunas de las personas que me rodean y no creerme su salvadora.

- Comprender más a quien quiero pero no comparto su comportamiento.

- Tener mayor sentimiento de prosperidad.

- Y cuestiones más concretas como que la editorial aprobara la publicación de mi segundo libro o aspectos relacionados con mi salud y serenidad.

Al evaluar el resultado de mis “peticiones”, he constatado qué es lo que debo reforzar; he aprendido algunas cosas en este año y sé que puedo hacerlo. Ahora, redactaré la carta de los deseos para el 2010 teniendo muy cerca la anterior, comparando, para mejorar pero, sobre todo, innovando.
En esta carta no puedo pedir para otros, es mi carta, pero lo que obtengo de ella salpica positivamente a mi alrededor.

La vida nos ofrece todo un arco iris de posibilidades; sólo tenemos que elegir los colores de nuestras vivencias, combinarlos adecuadamente con los escogidos por otras personas y disfrutar todos de la tonalidad final.