jueves, 17 de diciembre de 2009

¿Quién soy Yo?



En los comentarios de la entrada anterior hablábamos del verdadero yo, que siente y vibra ante el arte y la creatividad. Releía hace unos días un texto de Antonio Blay, que versa sobre la investigación del “Yo”. He realizado una síntesis de él, porque creo que puede ayudarnos a comprender nuestra verdadera identidad, de la que deriva todo lo demás:

¿Quién soy yo?

Yo no soy el cuerpo, yo tengo el cuerpo

Cuando digo Yo, este Yo, ¿es el cuerpo?. Yo desde que soy pequeñito que digo Yo y tengo la impresión de ser siempre Yo. Pero mi cuerpo cuando yo era pequeñito era un cuerpo pequeñito y luego el cuerpo ha ido creciendo; ha ido creciendo y se ha ido cambiando todo él un montón de veces, toda su constitución, todas sus moléculas, sus células, todo. Ha ido cambiando, o sea que el cuerpo se va cambiando, pero yo sigo siendo yo.

Yo no soy mis sentimientos y emociones

Entonces, ¿si no soy el cuerpo, qué seré? Quizás seré todo mi mundo de sentimientos y emociones y aspiraciones (...). Cuando yo examino, veo que ocurre igual, en un momento dado tengo unos sentimientos, en otro momento tengo otros totalmente distintos; y hay otros momentos en que tengo la impresión de no tener ningún sentimiento. Y en cada caso soy Yo que tengo sentimientos, soy Yo que siento esto o siento lo otro o no siento nada. O sea que la noción de Yo subsiste totalmente idéntica haya unos sentimientos o haya otros o no haya ninguno. Lo cual quiere decir que la noción de Yo no es los sentimientos.

Yo no soy mi mente ni mis pensamientos

Si no soy los sentimientos quizá podemos ir un escalón más arriba y quizá soy mis ideas (…). Con las ideas ya se ve que no, ¿verdad?. Con las ideas ocurre lo mismo: ahora tengo unas ideas y luego tengo otras, acepto unas creencias luego acepto otras, luego no creo nada.
Yo no soy ninguno de los movimientos de mi mente. Mi mente piensa constantemente, maneja imágenes e ideas y elabora juicios; pero soy yo quien maneja la mente

Entonces si no somos el cuerpo, si no somos nuestro mundo afectivo, si no somos nuestro mundo mental, ¿qué queda?, no queda nada.

Yo soy sujeto, no objeto
En otro orden de cosas más profundo, (...) nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestras sensaciones físicas (...) son vehículos de expresión. Tanto mi cuerpo como mi afectividad o mi mente son importantísimos, pero son instrumentos, no son yo mismo. Yo no soy ninguna de las cosas que puedo ver o sentir o pensar. Yo no puedo ser nada que sea.
un objeto para mi conciencia, porque yo estoy al otro extremo de la conciencia. Soy el sujeto que ve. Soy el sujeto que vive. No soy el objeto percibido, sea externo o interno. Yo soy el que no se mueve, soy un centro de conciencia inmóvil alrededor del cual va desfilando todo; pero yo me confundo (me identifico) con cada cosa que desfila.

El Yo es un vacío, aparece de momento como un vacío
Lo que pasa es que es una pura esencia, y esta pura esencia para nuestra mente y nuestra experiencia habitual aparece como si fuera, de momento, una oscuridad, un vacío, una ausencia, no una presencia.

Si hay una posibilidad de descubrir qué es ese Yo, ha de ser solamente estando atentos al vacío, estando atentos al no cuerpo, al no sentimiento, al no idea, estando atentos al silencio. Esto sólo puede practicarse correctamente cuando existe una urgente demanda interna.

De este Yo surge todo, porque este Yo es el potencial. Y de ahí surge toda capacidad de conocer, toda capacidad de sentir, toda capacidad de acción.

Una vez se llega a conocer, a descubrir, a realizar este Yo, está todo realizado. Porque todo lo que puedo llegar a vivir no es nada más que un aspecto particular de lo que Yo soy".

(Antonio Blay)


Fuente: http://www.antonioblay.com/ (mis disculpas por trocear y pegar textos de diferentes párrafos, aunque siendo fiel a todas sus palabras. Éste es el dosier completo, elaborado por un grupo de trabajo que se ha basado en los escritos de Blay:
Juan Ramón Jiménez lo explicó también en verso:


"Yo no soy yo

Soy éste,
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera”.