viernes, 8 de enero de 2010

¡Vive como quieres hacerlo!


Todos sentimos alguna vez la necesidad de emprender otro camino, ya sea a través de una ruptura total de nuestro estilo de vida o mediante el desarrollo de un sueño o un objetivo concreto, que sabemos nos hará sentir bien. Sin embargo, no todo el mundo se lanza a la aventura; los miedos, los prejuicios y la falsa creencia de que no nos merecemos una vida feliz cortan nuestras alas. En mi libro, El don de vivir como uno quiere, que será publicado en marzo por Ediciones Obelisco, aporto algunas claves para poder dar un giro a nuestra trayectoria, sentirnos plenos y, además, contribuir al bien común.

Éste es el texto que figurará en la contracubierta:

“El objeto de este libro es animar a quienes su capacidad para entusiasmarse se ha ido apagando o reteniendo por los vaivenes y las represiones de la vida; a aquellos que necesitan un impulso hacia una existencia más completa, mediante el desarrollo de sus habilidades o el cumplimiento de sus sueños, por sencillos o extraordinarios que sean; para aquellos que precisan abrir sus mentes y acceder a las infinitas posibilidades que ofrece la vida y que quizá dejen en manos de otros, asumiendo que no están disponibles para ellos. Quien esté decidido a innovar tal vez pueda experimentar, durante su lectura, un aliento definitivo para llevar la vida que desea; quien aún no se sienta preparado o dispuesto a ello, recogerá la semilla que, en el momento preciso, hará brotar toda la belleza que, como ser humano, posee dentro de sí”.

En Palabras para el Bienestar expuse cómo armonizarnos interiormente mediante la autoobservación y la toma de responsabilidad de nuestra vida. En El don de vivir como uno quiere continúo el proceso iniciado en el primer libro, poniendo más énfasis en la importancia de profundizar en nosotros para aplicar nuestra fuerza creativa y hacer efectivo el tipo de vida que nos gustaría llevar; un objetivo que puede ser tan “simple” y tan bello como existir cautivados por lo que nos rodea o descubrir un don específico, que mantenemos dormido por desconocer cómo despertarlo.