jueves, 20 de mayo de 2010

El principio 10/90

Tal vez conozcáis el famoso principio 10/90, del escritor Stephen Covey. Ha circulado mucho por la Red. Ayer recibí una presentación basada en él (gracias, Empar ;-), y aquí traigo su contenido, muy ilustrativo y útil para la vida cotidiana. Esta teoría incide en la importancia de nuestra reacción ante cualquier situación. El 10% de tu vida está relacionada con lo que te pasa -indica Covey- y el 90% con la forma en que reaccionas ante ello.
Y este es el ejemplo que pone para su comprensión. Seguro que más de una vez os veréis recordándolo y aplicándolo... Yo ya lo he hecho, de ayer a hoy :-)

“Imagina que estás desayunando en familia y tu pequeña tira la taza de café manchándote la camisa del trabajo.
No tienes el control sobre este hecho, porque está dentro del 10% de lo que te pasa en la vida. Pero sí lo vas a tener ahora sobre tu reacción y actitud ante él, y ahí sí que tienes el control absoluto.
Continuemos con el ejemplo:
En esos momentos comienzas a maldecir tu suerte, a enfurecerte y regañas severamente a tu pequeña porque te tiró la taza de café encima.
Ella comienza a llorar y tú sigues con tu enfado, y criticas a tu mujer por colocar la taza demasiado cerca de la orilla de la mesa.
Te diriges a cambiarte de camisa, diciendo en bajo toda serie de palabras malsonantes.
Al regresar, tu pequeña sigue llorando y no ha terminado el desayuno, así que pierde el autobús que la llevaría a la escuela.
Tu mujer se debe ir al trabajo, así que debes coger el coche para llevar a la escuela a tu hija y, como también tú llegarás tarde al trabajo, vas con prisa y a gran velocidad con tu coche, así que te para ese señor de verde y te pone una multa de 300 € y te retiran 6 puntos del Carnet de Conducir.
Sigues maldiciendo tu suerte y llegas a la escuela con media hora de retraso, tu pequeña se baja del coche y se va a la escuela sin decirte adiós.
Al llegar a tu lugar de trabajo, tardas más de media hora en encontrar aparcamiento, mientras sigues maldiciendo tu suerte. Al subir a la oficina te das cuenta de que se te ha olvidado el maletín, con la documentación que te habías comprometido a llevar.
Vas a tener, sin duda, un mal día y pensarás por qué tienes tan mala suerte.
Es más, cuando regresas a tu casa verás y sufrirás un pequeño distanciamiento con tu mujer y tu pequeña.
Y sí, estás pensando bien, en ese 90 % de tu vida, ahí si que hubieras podido controlar la situación con una distinta y positiva reacción, y no lo has hecho.
Para no sentirte culpable, buscarás un cabeza de turco para desahogarte y te preguntarás.
A) La taza de café causó mi mal día.
B) Fue mi pequeña la culpable de mi mal día.
C) Ese hombre de verde tuvo la culpa.
D) Fue mi actitud y mala reacción la culpable.
Sin lugar a dudas, la respuesta es la "D".
Ahora muestro el ejemplo de lo que tendría que haber pasado:
Tu pequeña tira la taza de café y te salpica, está a punto de llorar, pero tú, muy atentamente y con bellas palabras, le dices: No te preocupes mi amor, estas cosas pasan, vas a procurar tener más cuidado la próxima vez.
Tu mujer sube a la habitación y te baja una camisa limpia mientras, con un beso, te dices adiós.
Después, vas a acompañar a tu hija al autobús escolar y ella te recuerda que cojas el maletín.
Sube al autobús, después de darte un enorme beso, y se despide de ti desde la ventanilla del mismo.
Como vas bien de tiempo, no corres en la carretera para ir a tu trabajo y, aunque tardas un poco, enseguida aparcas el coche.
Vas a tener un buen día, cuando regresas a casa, tu mujer y tu pequeña te reciben con enormes besos y abrazos.
¿Has notado la diferencia?
¿Todo sucedió por la taza de café derramada?
No, fue la forma en la que reaccionaste los cinco segundos siguientes al hecho lo que determinó el cauce de tu día".