miércoles, 20 de octubre de 2010

La espontaneidad II


A veces aprovecho un rato después de comer para coger “olvidos” en el súper. Hoy, en la zona de bollería, me he topado con tres jóvenes altos, sonrientes y muy modernetes ellos, alguno con mechitas y bien vestidos. Hablaban desenfadadamente entre ellos y se les veía con una amistad muy “homogénea”, hasta el punto de que yo, que quien me conoce de cerca sabe que como me dé por ahí no me corto ni un pelo en bromear, les he dicho:
“Parecéis un grupo musical”.

Y me han entendido a la primera. Han soltado una carcajada, pero no pensando en que “a esta mujer le falta un tornillo”, sino haciéndoles gracia.
Uno de ellos ha respondido inmediatamente a mi frase: “Yo soy el mánager”, y otro… algo que ya no he podido captar, porque ya iba con mi carrito camino adelante.
Llego a la caja y me los encuentro; puede que me haya dado un pelín de vergüenza, porque lo primero que me ha salido es: “Ya no os digo más ¿eh?”. Y otra carcajada de los tres.
El “manager” me ha chivado lo que no había oído: “Mire (lo de mire… mira que me duele, pero ya hace tiempo que la gente joven no me dice “mira”, en fin…, que no decaiga la anécdota). Pues eso, me dice: “Mire, éste decía que él es el guapo del grupo”.
Yo, sin querer seguir ahondando en las características del supuesto grupo, que no por ganas ni imaginación (con perdón), les explico: “No , es que según os he visto, me ha parecido que íbais a empezar a … (y les hago una mímica con micrófono y ligero movimiento incluido).

Nueva carcajada de los tres.
Con esta anécdota quiero dar a entender que la mayoría de los humanos lo que queremos principalmente es pasarlo bien. Y se puede hacer, con vista de lo que dices y haces, pero comunicándonos como nos venga en gana en cada momento. Os aseguro que hemos pasado un rato agradable, y la chica de la caja también se ha divertido lo suyo.
A veces, cuando llego al trabajo, me dan ganas de romper el típico ambiente laboral con una entrada tipo chulapa (¿Qué? ¿Tó bien? Pss... ¿Preocupáos por el parné? :-), por ejemplo (que ya me he encargado de escenificar alguna que otra vez), o cantando los buenos días en tono operístico… Pero normalmente me controlo, como el niño ese al que me refería en la otra entrada sobre la espontaneidad.
---------------

(Tal vez a partir de esta entrada pierda la mitad de mis lectores, pero en la vida hay que correr ciertos riesgos ;-).