jueves, 20 de enero de 2011

Minutos de gratitud


A veces observo a personas desconocidas (dicen que es común en la mente de quien escribe): por la calle, en un restaurante, en un parque, en cualquier lugar. Me gusta imaginar qué les hace estar tristes o alegres, disfrutar de la vida o aborrecerla. Cuando me detengo en sus miradas intuyo que no hay muchas diferencias entre ellos:

- Algún problema con personas cercanas, en la familia, en el trabajo... (luchas de egos, disputas por llevar la razón, intereses y problemas económicos o de otro tipo).

- Miedo por su futuro y el de sus hijos; aturdimiento y zozobra (cuánto mejor sería que "zozobrara" :-) por la situación laboral.

- Amores y desamores. Dudas, tormentos, repetición de comportamientos insanos que giran y giran hasta volverse a encontrar.

- Ilusiones y proyectos teñidos por la desconfianza de que se cumplan y frustración por los no cumplidos.

- Y, de vez en cuando, pero sólo de vez en cuando, disfrute del momento presente: el único espacio y lugar en el que suceden las cosas, y donde se encuentra la buscada felicidad.

Ahora imaginemos una oleada de pensamientos positivos de multitud de seres humanos dando las gracias por lo que la vida nos regala, por el más "mínimo detalle": por el Sol, por la Luna, por el paisaje arrebatador que tenemos ante nosotros tan sólo con levantar la mirada al cielo, por esa persona con la que puedes compartir, por ver cada día a tus hijos y abrazarles, por la posibilidad de imaginar, reír, pensar, sentir y crear.
Supongamos que, al menos una vez al año, se fomentara globalmente un solo día para dar gracias a la vida, y la recarga de energía que ello supondría para el mundo.

Socialmente, solemos estar más por la labor de crear días "en contra de" "de lucha por" que a favor de algo. Y, con este patrón colectivo de lucha y escasez, resulta difícil movilizar a las masas en la otra dirección, pero sí está en cada uno dedicar, al menos unos minutos al día, a agradecer lo que tenemos en lugar de a pedir o a quejarnos por lo que nos falta.
Si coseguimos establecer esa acción mental como un hábito, iremos cerrando el paso al miedo; nos habremos ido llenando de Presencia y Amor, y la prosperidad nos estará esperando tan sólo a unos pasos...