Evolucionas cuando dejas de hablar de resentimientos, quejas, rencores - incluso de perdones y olvidos- y te ves pensando o diciendo palabras relacionadas con la comprensión, la consciencia y la aceptación.
Avanzas cuando dejas de ser un problema para nadie, y sobre todo para ti mismo; cuando llegas a ser previsible en tu comportamiento, cuando nadie teme tus reacciones, cuando no hay altibajos en tu carácter, aunque tu vida pueda ser más sorprendente que nunca.
Te desarrollas como ser humano cuando estás bien en ti, con lo que haces, piensas y sientes. Cuando apetece tu presencia, aunque sepas que no eres imprescindible en ningún lugar.
Elevas tu nivel de conciencia cuando llegas a la conclusión de que para ser tú sólo tienes que permitírtelo y, entonces, preguntas como ¿qué quieres? y ¿hacia dónde vas? se resuelven por sí mismas.
