viernes, 16 de marzo de 2012

Al atardecer


Recostada en el sofá, un debilitado rayo de sol del atardecer ilumina la sala, mientras escucho el canto de un pájaro que me acompaña mientras escribo. El cielo se va vistiendo de colores pastel, preparándose para recibir a la primavera. Las hojas de los lauros, los pinos y los robles me saludan con un leve balanceo, mecidas por el aire puro de la sierra. El tic tac del reloj me recuerda lo efímero de cada segundo, al tiempo que la presencia del soplo único e irrepetible de la vida. Todo cambia, pero todo es. Me deleito con la fragancia de esta paz que me embriaga, y que sólo en el silencio encuentro.