viernes, 8 de marzo de 2013

Reencuentro entrañable

Hace un par de días fui a Madrid a pasar unas horas muy entrañables con dos personas con las que comencé mi vida laboral. Fue un placer compartir recuerdos, hablar sobre nuestras cosas y darnos cuenta de que, aunque hayan pasado tantos años, el afecto permanece intacto y que, por tanto, parece que fue ayer.

En mi libro La gestión de la vida en el trabajo (de próxima aparición), hago referencia a la importancia de ser bien recibido y atendido al incorporarte a un puesto de trabajo. Te marcan muy positivamente quienes, sin conocerte, te tratan con humanidad, cariño y cercanía. Mientras redactaba el libro, recordaba mis inicios y se me venían a la mente, en muchas ocasiones, estos dos compañeros (jefe y compañera), que me facilitaron el terreno, me hicieron sentir válida y  me demostraron su aprecio.

Este encuentro fue "casual". Surgió por una serie de "coincidencias", que nos llevaron a reunirnos alrededor de una mesa durante unas horas, que realmente me parecieron minutos. La conversación fue fluida y el interés por el desarrollo de nuestras vidas, sincero.

Entrecomillo esas palabras (casual y coincidencias), porque no creo en la casualidad ni en las coincidencias. Estoy convencida de que todo sucede por algo y que ellos, que estuvieron tan presentes en mi vida y recuerdos profesionales, han acudido a la llamada de mi inconsciente y ha tenido lugar este almuerzo fraternal, justo -y sin que nada fuera preparado por tal motivo- cuando va a publicarse el libro en el que, desde lo más profundo de mi corazón, trato de transmitir lo que he aprendido en el campo de las emociones y las relaciones en el desarrollo laboral.

Y una de las cosas más importantes de este aprendizaje es que cuando los cimientos son sólidos, en el trabajo y en cualquier parte, la conexión (la esencia) sigue presente, sin que importe el tiempo ni el lugar. GRACIAS.